jueves, 9 de abril de 2009

Introducción a los Trastornos de Personalidad.



Los estudios indican que el 30-50% de los pacientes ambulatorios presentan un trastorno de la personalidad (Koenigsberg y cols., 1985) y que el 15% de los hospitalizados ingresan básicamente por problemas causados por uno; casi la mitad de los pacientes ingresados restantes presenta también untrastorno de la personalidad comórbido (Loranger, 1990) que afecta significativamente a su respuesta al tratamiento. También se ha estimado que los trastornos de la personalidad son relativamente frecuentes en la población general,con una prevalencia del 10-13% (Lenzenweger y cols., 1997; Weissman, 1993).

Viendo la repercusión de estos trastornos en el mundo, ¿cómo se pueden definir?

Según el DSM-IV (American Psychiatric Association,1994), los trastornos de la personalidad son patrones de rasgos inflexibles y desadaptativos que provocan malestar subjetivo, deterioro social o laboral significativo, o ambas cosas. Estos rasgos también deben apartarse acusadamente de las expectativas culturales, o norma, y esta desviación debe ponerse de manifiesto en más de una de las siguientes áreas: cognitiva, afectiva, de control de los impulsos, de necesidad de gratificación y de forma de relacionarse con los demás. Además, la desviación debe haberse establecido de forma crónica desde la adolescencia o al principio de la edad adulta y ser persistente, es decir, debe manifestarse en una amplia gama de situaciones más que en una situación desencadenante concreta o en respuesta a un estímulo particular.

Aunque útil, esta definición presenta ciertas ambigüedades y limitaciones. Por ejemplo, puede resultar difícil determinar si los rasgos de la personalidad son inflexibles, o diferenciar entre la desviación y la norma o entre la enfermedad y la salud. Ser dependiente de los demás, poseer hábitos de trabajo compulsivos u ofrecer resistencia pasiva a las demandas de los demás se considera excesivo o problemático según el contexto personal, social y cultural en que se manifiesta.

Pero, ¿que manifestaciones podríamos observar en un paciente con trastorno de su personalidad?

Algunos pacientes desean intensamente relacionarse con otras personas, pero evitan hacerlo debido a su anticipación al rechazo; otros buscan incesantemente admiración y acaparan grandiosas fantasías de poder ilimitado, de genialidad o de amor idealizado. Otros tienen un concepto de sí mismos tan distorsionado que creen que personifican el mal o que no existen. Esta complejidad se ve aumentada porque estas y otras características de los trastornos de la personalidad no son simplemente un problema de la persona, sino el eje de lo que es dicha persona.



Sin embargo, es importante que los clínicos traten de reconocer los trastornos de la personalidad en sus pacientes. Primero, porque estos trastornos causan, por definición, considerables problemas a las personas que los padecen: a menudo sufren y sus relaciones con los demás son problemáticas; tienen dificultades para responder de forma flexible y adaptativa a su entorno y a los cambios y demandas de la vida, y carecen de capacidad para reaccionar ante situaciones de estrés. Además, su forma habitual de respuesta tiende a perpetuar e intensificar las dificultades. No obstante, estos individuos no suelen ser conscientes de que su personalidad les causa problemas y, por tanto, pueden culpar a los demás de sus propias dificultades o incluso negar que padezcan problema alguno.



Finalmente, deben identificarse los trastornos de la personalidad por sus implicaciones en el tratamiento. Estos trastornos a menudo requieren ser el objetivo central del tratamiento o, al menos, deben tenerse en cuenta cuando se tratan trastornos comórbidos del Eje I, porque su presencia suele afectar el pronóstico y la respuesta al tratamiento del trastorno del Eje I.