sábado, 6 de diciembre de 2008

La muerte y el morir: la Etapa Final.

VIDA < > MUERTE


Todo tiene un final, incluida nuestra vida. El ciclo vital comienza con la vida de una única célula y acaba con la muerte de la persona que se desarrolló a partir de esa célula. En los últimos años, el tema de la muerte y el proceso de morir han recibido la atención debida por parte de los científicos y se han encontrado resultados interesantes.

Los pensamientos de muerte son una parte importante de las últimas fases de la vida de muchas personas. Los adultos más viejos dedican más tiempo en pensar en la muerte que los adultos más jóvenes. Reflexionar y planear la muerte es una parte normal de la vejez (Kalish y Reinolds, 1976). Por suerte, los adultos más mayores tienden a temer menos la muerte que los adultos más jóvenes. Los adultos mayores suelen aceptar su inevitabilidad con poca angustia.

Sin embargo, el miedo a la muerte está relacionado con otras variables, con independencia de la edad. Un factor muy importante son las creencias religiosas. Las personas muy religiosas son las que menos temen la muerte. Las personas nadas religiosas sufren un grado nada moderado de ansiedad respecto de la muerte, mientras que las personas moderadamente religiosas, que no practican regularmente su fe, son las que experimentan el mayor miedo a la muerte. (Nelson y Nelson, 1973).

La psiquiatra Elizabeth Kübler- Ross (1969-1974) aporto nuevos e importantes conocimientos sobre el proceso de la muerte a través de los cientos de entrevistas que mantuvo con pacientes con enfermedades terminales del hospital de formación e investigación de la Universidad de Chicago. A partir de estas entrevistas, elaboro la teoría de que las personas que se enteraran de su muerte inminente tienden a pasar por cinco fases bastante distintas:
1. Rechazo: Al principio, la persona se resiste con fuerza ante la ideas de morir, al negar la validez de la información sobre su enfermedad terminal. En esta fase, es habitual que la persona con una enfermedad terminal acuse al médico de incompetencia, que trate de buscar un diagnostico más favorable o que busque una cura milagrosa. Sin embargo, a veces el rechazo es más sutil. la persona puede actuar simplemente como si nunca se hubiese enterado de su muerte inminente y actuar como si todo estuviera bien durante un tiempo.

2. Enojo: Tras el rechazo inicial, la persona con una enfermedad terminal reacciona ante el hecho de su muerte inminente con enfado: << ¿porque yo? ¡No es justo que esto me pase a mí!>>. Hay mucha hostilidad, envidia de los demás y resentimiento durante esta fase. El resultado es que la persona con una enfermedad terminal a menudo está muy irritable.

3. Negociación: en esta tercera fase ya se ha pasado el momento del enfado y el rechazo de la muerte inminente, y la persona con una enfermedad terminal se da cuenta plenamente de que se acerca su muerte. Pero, todavía no acepta la muerte como algo inevitable. En lugar de ello, la persona trata de llegar a un acuerdo para alargar su vida. Esta negociación puede tomar la forma de disposición a pasar por tratamientos dolorosos para prolongar la vida; pero con más frecuencia se trata de negociaciones dolorosas con Dios, como si me dejas vivir por seis meses mas, dono todo mi dinero a la iglesia. No deja de ser interesante que si la persona vive una vez pasada la fase de negociación; se rompe normalmente el acuerdo: la iglesia se queda sin el dinero.



4. Depresión: al final, la realidad de la muerte cercana llega a la perdida de la esperanza. Ya no parece posible seguir negociando; la muerte llegaría pase lo que pase. A menudo la persona empieza a sentirse culpable por dejar atrás sus seres queridos, incapaz de hacer fuerte a la muerte con dignidad y bastante deprimida.
5. Aceptación: con el tiempo, se sale de la depresión y la persona logra la aceptación de la muerte. Generalmente no se trata de un sentimiento de feliz aceptación, sino de un estado de agotamiento emocional que deja a la persona plácidamente libre de emociones negativas.


Kübler-Ross (1974) y otros señalan que no toda persona con una enfermedad terminal pasa por las mismas fases. La reacción ante la proximidad de la muerte es muy individual (Feifel, 1990). Si pasamos por el proceso de morir con un ser querido, debemos cuidarnos de no imponerle nuestro punto de vista sobre cómo debería seguir el proceso de aceptación de la muerte.

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