domingo, 7 de diciembre de 2008

Lugares Comunes. Una realidad.

Lugares comunes, es una película de Adolfo Aristarain, director y guionista de cine argentino (Ha sido ayudante de dirección en más de 30 películas. Sus películas combinan la firmeza narrativa del cine estadounidense clásico y la preocupación social del cine latinoamericano).

Aquí les coloco una pequeña sinopsis, para entrar en contexto (http://www.labutaca.net/50sansebastian/lugarescomunes.htm):

Fernando Robles (Federico Luppi) es porteño, ya ha cumplido los sesenta y es profesor de pedagogía en la univer-sidad. Enseña a enseñar. Lleva toda la vida casado con Liliana Rovira (Mercedes Sampietro), española, hija de catalanes, que trabaja como asistente social en barrios marginales de Buenos Aires. Se quieren, se respetan, son leales. Nunca se aburren estando juntos, les gusta estar solos. Se conocen profundamente, se aceptan, se pelean sin odio, se divierten. Son amantes, socios, amigos, cómplices. Ninguno de ellos concibe la vida sin el otro. Tienen un hijo, Pedro (Pablo Rago), casado y con dos hijos, que tiene un buen trabajo en Madrid, donde vive en una urbanización de clase media acomodada. Fernando y Liliana sobrellevan con esfuerzo y resignación las ausencias, las privaciones, la incertidumbre del futuro, la falta de proyectos, la desesperanza. Pero el mundo plácido y reflexivo de Fernando se ve profundamente alterado cuando recibe sin previo aviso la comunicación oficial en la que le informan de su jubilación forzosa, un hecho que va a cambiarle la vida...

Un vigor y espíritu sostenido, para avanzada edad... ¿Cómo envolveríamos al personaje de Fernando? Bajo frases inductoras de reflexión, Fernando logra inquietar a personas a lo largo de sus recorrido. Comenzando por sus estudiantes. Siendo un profesor, se encarga de enseñar a personas el ¿cómo? del enseñar... "Enseñar quiere decir mostrar, mostrar no es adoctrinar, es dar información; pero dando también, enseñando también el método para entender, analizar, razonar y cuestionar esa información...".

Generatividad, con las sucesivas generaciones de profesores, dejar un fruto, que les ayude a ellos, a recorrer el largo y tortuoso camino que les viene, en lugar de renegarle al mundo, el secreto del exito...

Un jubilación, que mejor forma de asesinar el motivo de una persona por transmitir, que cortandole su acceso. He aquí, cuando vemos la profunda depresión que Fernando afronta, al saber que todo eso por lo que lucha y enseña, se ve mermado por la desición de un ministerio y la mala economía de un país.

Pero ahí esta Liliana, su baranda, su muleta, su fortaleza. Ella no ve un hombre diesmado de su enseñanza, ve el mismo vigor y espíritu sostenidos, a lo largo de los tiempos, el mismo hombre de buen corazón, que alguna vez la hizo escogerlo como su acompañante hasta el fin. Con este sentimiento, busca que el no piense en que todo se ha acabado, a pesar de que los vientos soplen en su contra.

En busqueda de una respuesta a, ¿qué viene ahora? Liliana y Fernando, viajan a Europa, a la "tierra de las oportunidades" España. Ahí se encuentran con el fruto de su trabajo colectivo, Pedro, su único hijo; el cual no tomó las mejores desiciones personales, pero se encuentra con su familia viviendo una vida de clase media-alta, gracias a sus facultades, pero no a su corazón, "¿sigues escribiendo? No ¿ni en tu ratos libres? No tengo ratos libres"... Esto reafirma un prejuicio de Fernando hacia Pedro, de dejarse llevar por un "futuro que no existe, el futuro lo compra el dinero..." en lugar de hacer lo que le nacía.

Una vez de vuelta en Argentina, replanteando lo que había hecho, lo que le estaba sucediendo, y lo que falataba por venir, tomó la influencia de su mejor amigo Carlos, los sueños de Liliana, y su afán de borrar el mapa de catástrofes; vende sus propiedades y se muda a una chacra (granja) de lavanda con potencial de elaborar fragancias en la zona de Córdoba (Argentina también).

Ahí con la ayuda del señor Demedio (bien confundido como el mismo indica, con DeLmedio) empiezan a sembrar sus esperazas y ven como estás los recompensan, con buenos momentos.

Gozando de la plenitud de su edad, su disminución de repsonsabilidades, y su nuevo norte que era mejorarse en esta nueva etapa de la vida; Fer y Liliana, se intercohesionan más, y se vuelven más unidos de lo que habían logrado ser, a lo largo de la película.

Y es cuando todo se ve mermado por un neumonía contraída por Fer, en un paseo de reflexión y meditación por la zona, la cual en combinación con su inherte adicción al cigarrillo, producen que un posible tratamiento culmine en un desenlace positivo, lleva a Fer a la muerte...

Logrando ver una Liliana devastada, la cual comunica a su hijo "menos mal se fué el primero, no hubiese tenido la fuerza para soportar mi perdida, no la hubiese tenido...". Este motivo de honrar la muerte de su adorado esposo, la lleva a no renunciar a sus metas comunes, y seguir, retraerse con la el norte colectivo que deseaban...

Alfredo J Martínez V

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